Formación actoral en IFAM
En IFAM trabajamos con una idea muy simple: si podés atravesar un clásico, después podés con todo.
No porque todo sea Shakespeare o Chéjov, sino porque las grandes obras son un entrenamiento de alta intensidad para el actor o la actriz. Te exigen imaginación, técnica, sensibilidad, y una claridad dramática que después vuelve más accesible cualquier otro material.
Los clásicos como gimnasio actoral
Montar un texto como Hamlet o La Gaviota obliga a trabajar cuerpo, voz, acción, ritmo y emoción al mismo tiempo.
Es un entrenamiento tan completo que, una vez recorrido, todo lo contemporáneo se siente más liviano: escenas realistas, textos simples, guiones audiovisuales, comedia… todo fluye mejor.
Entender la estructura dramática simplifica el trabajo
Las grandes obras están construidas sobre patrones que siguen vigentes: deseo, conflicto, contradicción, urgencia, caída, transformación.
Cuando estos fundamentos se incorporan, el actor reconoce de inmediato el mapa de cualquier escena. Y por eso resolver un texto actual se vuelve más rápido y más efectivo.

Personajes grandes, herramientas grandes
Quien interpreta a Hamlet, Nina o Ricardo III aprende a expandir su instrumento. Se fortalece la presencia, la escucha, la precisión y la profundidad.
Esa musculatura creativa después aparece en cada casting, cada ensayo y cada función.
En IFAM formamos desde lo grande para potenciar lo próximo.
Creemos en la dificultad como motor.
Por eso proponemos entrenar con obras que desafían, que atraviesan, que ponen en juego todo el instrumento.
El resultado es simple: si dominás lo complejo, lo demás llega más fácil, más claro y con más verdad.
artículo escrito por Juani Gé
https://juanige.wordpress.com/
