
Construir la carrera que querés tener
junio 5, 2025En IFAM creemos que el entrenamiento actoral no es simplemente una suma de técnicas, sino un camino hacia la verdad escénica. Para recorrerlo, hay tres pilares fundamentales que sostienen la formación de un actor o actriz: la voz, el cuerpo y el imaginario.
Estos tres elementos se entrelazan y dialogan entre sí, formando una unidad indivisible. No se trata de entrenar un músculo, una cuerda vocal o un ejercicio mental de manera aislada, sino de preparar al instrumento completo —el ser humano— para estar en estado creativo, ese estado de alerta y disponibilidad que tanto defendemos en nuestras clases.
1. El cuerpo: la primera verdad
El cuerpo es el primer territorio del actor. En cada entrenamiento comenzamos con la activación física: rotación de articulaciones, estiramientos, acciones rápidas o ralentizadas, el pulso de los tambores o el latido grave de un chelo que nos llevan a movernos más allá de la razón.
¿Por qué? Porque el cuerpo guarda una memoria milenaria. En él están inscritos gestos ancestrales, reflejos de supervivencia, emociones que anteceden a la palabra. Cuando entrenamos el cuerpo, lo hacemos disponible para la creación, para que sea capaz de responder con honestidad a lo imprevisto.
Como escribo en Proyecto Actor, la creatividad es la capacidad de resolver lo impensado. Y el cuerpo, bien entrenado, es la primera herramienta para hacerlo.
2. La voz: el origen y la consecuencia
La voz no es algo que “se coloca” desde afuera: nace del cuerpo, del esfuerzo físico, del aire que entra y sale como motor de cada acción. Por eso en IFAM insistimos en trabajar la respiración profunda e intensa, no como un adorno técnico sino como el origen y la consecuencia de todo lo que ocurre en escena.
La voz revela lo invisible: la tensión, la emoción, el estado interno del personaje. No existe voz sin cuerpo ni cuerpo sin voz. La organicidad aparece cuando cada palabra está sostenida por la acción física, cuando el aire se transforma en sonido verdadero.

3. El imaginario: el vuelo creativo
El tercer pilar es el imaginario, esa capacidad de crear mundos posibles, de ver lo que no está frente a nosotros. El imaginario se nutre del cuerpo y de la voz, pero también de la valentía para dejarse llevar por lo que no está escrito.
Actuar es darle entidad a lo improbable y volverlo verosímil. No se trata de imitar la vida, sino de construir verdades dentro de universos que nosotros mismos generamos. Como digo a menudo: lo verdadero no es lo natural, es lo probable.
El entrenamiento del imaginario implica ejercicios de improvisación, dinámicas de prisa que fuerzan a tomar decisiones inmediatas, y sobre todo, la disposición de dejar que el subconsciente juegue en escena.
Los tres pilares en unidad
Cuando voz, cuerpo e imaginario trabajan juntos, surge la partitura de acción: un lenguaje personal y colectivo a la vez, donde cada movimiento, cada sonido y cada silencio tienen un sentido creador.
En IFAM entendemos el entrenamiento como una preparación para la vida escénica y también para la vida personal. Porque estos pilares no solo hacen a un buen actor: nos entrenan como seres humanos atentos, sensibles, creativos y valientes.
En este mes de entrenamientos, volvemos a recordarlo: no hay técnica sin cuerpo, no hay palabra sin voz, no hay creación sin imaginario. El trabajo constante en estos tres pilares es el camino para convertirte en tu propio proyecto actoral.